Las drag queens de Sevilla reclaman su valía y su sitio tanto en el sector público como privado. Las malas condiciones, los pagos insuficientes y la ausencia de defensa laboral son algunas de las problemáticas que señalan
Gaga Faux interpretando su repertorio en Bar Mutante | Foto: Jose Escacena
El transformismo sevillano ha ido tomando forma y popularidad en los últimos años, aunque lleva mucho tiempo vivo y luchando por el arte y los derechos LGTB. Esta expresión artística, comúnmente asociada a la noche y a los denominados clubes de ambiente, está saliendo del cascarón y conquistando espacios públicos y lúdicos que nunca antes había podido tocar. Sin embargo, no todo es “purpurina”; la precariedad y la autogestión siguen primando en este mundo, con multitud de drag queens que tienen que compaginar otros trabajos y pluriemplearse para poder llegar a fin de mes.
La escena libre, resiliente y diversa
“El travestismo es una expresión artística que te permite explorar otro lado de ti mismo, en mi caso el femenino, y mostrárselo al público para emocionar”, explica Gaga Faux, una de las promesas de la escena sevillana y promotora de eventos de transformismo como los Jueves de Reinas en el Bar Mutante, el Devórame Show o La Peña Travestí. Concretamente en Sevilla, el panorama no es masivo, pero es muy diverso, con un gran abanico de artistas con producciones muy diferentes que se dividen y esparcen por los distintos clubes y bares de los alrededores de la Alameda de Hércules. Esto no siempre ha sido así. “Hace unos cinco o seis años el drag en Sevilla estaba estancado, pero ahora nos encontramos muchas más travestis, y cada una tiene su propio enfoque y su punto de vista”, señala Gaga.
En cuanto a diversidad e inclusión, también se trata de un entorno muy rico, lo que sorprende, ya que se trata de un mundo tradicionalmente reservado a hombres homosexuales, en su gran mayoría blancos. Sevilla actualmente cuenta con performers que no encajan dentro de esas normas, como pueden ser Roma Von Cis, chica cisgénero; Josefita Belladona, chica trans, o Virgo, persona racializada.
Se habla ahora de una gran cantidad de artistas, en las que es importante que cada una encuentre su esencia y que conozca de dónde viene este arte. El “transformismo antiguo”, mucho más reivindicativo, es la base de la que parten muchas de ellas. No olvidan las primeras manifestaciones del Orgullo en 1977 y 1978, en las que la vanguardia estaba ocupada por travestis, nomenclatura que incluía tanto a transexuales como a drag queens. Por ello, esta profesión es diferente en Sevilla.
Sin embargo, la diversidad no es tan plena como podría ser. La ausencia de Drag Kings, performers de la masculinidad con el objetivo de acabar con los roles de género establecidos por la sociedad, según Drag King Revolution, o de otros tipos de drag subalternos deja ver que todavía hay oferta que no se está satisfaciendo.
El peligro y la precariedad de las plataformas
La realidad de las travestis sevillanas es complicada económicamente, dada la precariedad de la que goza el sector del ocio nocturno. Queja compartida por camareros, bailarines, presentadores y monologuistas, la conocida “noche” de Sevilla es un lugar oscuro, precario y que permite poca estabilidad. Estas problemáticas están extendidas a toda la actividad profesional de la ciudad, con muy pocas excepciones.
Dada su relación con el ocio, el grueso de los “bolos” se realiza en fin de semana, lo que limita de manera notable la posibilidad de conseguir y compatibilizar varias presentaciones. El pago de las actuaciones, que requieren una preparación previa de vestuario, maquillaje y producción, ronda los 100€. Este precio estandarizado es independiente de los ingresos que genere el establecimiento.
Los clubes principales en los que se mueve el drag sevillano se encuentran, en su mayoría, en las proximidades de la Alameda de Hércules, en el distrito del Casco Antiguo. Algunos de ellos son Pride, Bar Mutante, Fun Club, Ítaca Disco y Holiday by Obbio. El precio de entrada varía en función del día, pero suele rondar los 10-15€. Un ejemplo es Holiday by Obbio: un establecimiento con un aforo de 700 personas, entradas a 12€ de media y bebidas alcohólicas a 8€ como base. Esta reliquia de la vida nocturna hispalense lleva con frecuencia un cartel con travestis sevillanas para actuar en sus inmediaciones y presume en su página web de hacer “sold out” semanalmente.
Mientras tanto, la gran mayoría de drag queens de la ciudad se ven obligadas a buscar una segunda fuente de ingresos, sea dentro del mismo mundo de la noche o con un “trabajo de día”. Para muchas, depender únicamente del transformismo implica vivir con grandes limitaciones económicas. Algunas de ellas tienen que recurrir a ayudas sociales como las becas de estudio o la prestación por desempleo, también conocida como el paro.
Las condiciones no son precarias solo en el sentido económico; en el sentido físico también lo son. Algunos de estos establecimientos no disponen de camerinos o zonas de empleados, por lo que los performers tienen que prepararse en espacios dedicados a otras funciones: baños de minusválidos, almacenes de bebidas… Estas zonas suelen estar mal iluminadas y llenas de objetos que pueden ser peligrosos, lo que es especialmente preocupante para un tipo de artista que suele llevar tacones de grandes dimensiones.
Estas travestis parecen no achantarse ante la incompetencia de los magnates de la vida nocturna y han comenzado a crear iniciativas propias autogestionadas, en las que ellas son el reclamo y reciben el dinero de las entradas, como es el caso de la Peña Travestí. "En Sevilla hay peñas béticas, peñas sevillistas, peñas flamencas...¿Por qué no hay una peña travesti?", cuestiona Torreta del Oro, travesti folclórica y trianera. En este tipo de actividades, los locales se quedan con la caja de la barra, que suele ser bastante mayor.
Gaga Faux: “La discoteca siempre gana, aun cuando la gente viene por nosotros”.
El espacio de trabajo y preparación de Gaga Faux | Foto: Jose Escacena
Aun en sus mejores noches, los ingresos apenas cubren los gastos asociados a vestuario, pelucas, maquillaje o la misma producción y logística. La imagen de estos artistas debe renovarse constantemente para mantener un estándar estético acorde con su estilo y con las tendencias actuales. El costo es especialmente notable en pelucas, que suelen tener precios elevados y son difíciles de mantener. La cantidad de maquillaje utilizado también es mucho mayor en comparación con otras profesiones. Todos estos elementos son elevados y exagerados con el objetivo de ser llamativos en entornos normalmente oscuros y de poca visibilidad.
Un arte muy brillante pero invisble
La profesión de travesti no está regulada, y sus trabajadoras lo notan. Para muchos, ser travesti no es un trabajo y solo son “maricones pintados” que entretienen al público, sin valorar sus horas de esfuerzo, dedicación y preparación. “No hay ninguna diferencia entre que tú hagas un Hamlet o que tú hagas Se nos rompió el amor, de Rocío Jurado. La dramaturgia sigue estando”, explica Torreta. Formalmente, el drag no está reconocido, y eso también dificulta su acceso a derechos laborales o su defensa colectiva en sindicatos ocupacionales.
La ausencia de sindicatos y asociaciones hace imposible la negociación de mejores condiciones laborales, pues los acuerdos se mueven de manera individual entre los establecimientos y los artistas. Entre algunos grupos ha empezado a sonar la idea de crear una asociación “por y para travestis”, pero la falta de organización ha impedido que vaya a más.
La profesión de travesti no existe para una gran parte de la población, y según Gaga, tampoco existe para el sector público. Los ayuntamientos andaluces invisibilizan su trabajo y no hacen por regularlo, además de ser los que peor (y más tarde) pagan. Hay casos de bolos cuya remuneración es abonada con más de 10 meses de retraso. “Los ayuntamientos son horribles para pagar. Yo actué en Zahara de los Atunes en julio y me pagaron la semana pasada”, cuenta Torreta.
Llegar al “mundo del día” y al reconocimiento artístico es el gran objetivo de muchas de las travestis de Sevilla: “Reivindicamos una parte del travestismo que dejamos olvidado un poquito. El travestismo no es solamente un mundo de la noche, sino una expresión artística más”, en palabras de Torreta. Talleres lúdicos, actividades educativas en colegios e institutos, conferencias o incluso acceso a los discursos políticos y públicos son algunas de las peticiones de este colectivo.
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